martes, 7 de agosto de 2007

Tiempo Libre y Trabajo.

La revolución industrial, con los objetivos de eficiencia, producción en masa y economía de factores productivos, consagra la importancia del tiempo dedicado al trabajo.
Las jornadas son interminables hasta que las uniones de trabajadores consiguen su limitación para mantener la salud del trabajador; en 1833 aparece el primer panfleto que defiende el ocio del trabajador, El derecho a la pereza, de Paul Lafargue.
La jornada universal de ocho horas consagra la división del tiempo diario en tres partes, descanso, trabajo y otras actividades, entre las que se halla el tiempo libre.
A medida que el trabajo industrial se hace más duro y rutinario, las reivindicaciones de los trabajadores se concentran en reducir el tiempo de trabajo y aumentar el descanso.
Aparece la diferencia tiempo de trabajo-tiempo libre y se valora crecientemente este tiempo libre como tiempo personal, tiempo de desarrollo individual, coincidiendo con el incremento de la rutina y monotonía en la mayoría de los trabajos. El tiempo libre aparece como la alternativa humana frente a la alienación del trabajo.
En las últimas décadas, el tiempo libre del trabajador no ha hecho más que aumentar pero también ha aumentado el de los que no tienen trabajo, desempleados y jubilados; la sociedad contemporánea se enfrenta al reto de llenar tiempos cada vez mayores para números crecientes de ciudadanos.
La segunda revolución industrial y la sociedad post-industrial posibilitan técnicamente jornadas cada vez menores y asimismo existe presión social para distribuir el tiempo de trabajo entre un número mayor de trabajadores, con la consiguiente reducción de las jornadas individuales.

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